sábado, 29 de diciembre de 2007

CORTELAZOR


Parajes insólitos, casa blancas encaladas, calles empedradas, aire fresco, vida sana y mucha paz pueden disfrutarse en este rincón de la sierra. El municipio y su entorno es el lugar ideal para practicar senderismo por antiguos caminos reales que conducen a parajes de sorprendente belleza:
El camino a Valdelarco, entre profundos valles y lomas; el camino al Charco Malo y Charco Azul, un bellísimo roquedal a cuyos pies surge un bosque de galería formado por alisos; el camino a Corterrangel, lleva a esta aldea atravesando el Charco del Puente y el prado del Barrial; los Callejones, conducen a la ermita de La Coronada; El mirador del Alto del Palancar, desde donde se pueden contemplar cinco pueblos cercanos.
De sus fiestas hay que destacar las patronales, con alegre diana y toros de fuego; la Romería de La Coronada; Las Cruces de Mayo y San Juan, día en que se porta un chopo hasta la plaza y se coloca junto a la torre de la Iglesia.
Cortelazor vive de la agricultura y ganado porcino. Los lugareños continúan realizando matanzas domiciliarias de los cerdos que ellos mismos engordan durante el año.

HISTORIA

Aunque existen vestigios romanos cerca del reconstruido Santuario de Nuestra Señora de la Coronada, donde se encontraron monedas de tiempos del emperador Augusto, y José Navarro cuenta que encontró "tinajas" y dos monedas de oro cuando araba la tierra con la yunta de bueyes, la ocupación efectiva del Cortelazor y su entorno se hace tras la conquista de Alfonso X.
El repartimiento de estas tierras benefició a los hermanos Palomeros, a quienes se les entregó el territorio que iba desde "lo alto de la cruz del palomar hasta la cordillera de sierras que separan los actuales términos de Aracena con Hinojales por aguas vertientes" (Lasso, 1991).
Etimológicamente, el nombre de Cortelazor hace referencia a lugares de importancia para la cetrería (Gordon, M.D. y Ruhstaler, A., 1992) ; así en 1631 se hace referencia al "Concejo, justicia y regimiento del lugar de Lacorteelazor" (A.M.C., 1631 ; Leg. 10).
Pero la leyenda cuenta que el lugar estuvo relacionado con la "corte del Rey Azor", un cabecilla árabe que se hizo independiente en tiempos de los reinos de Taifas (Varios, 1988 ; 1046), y, también, con "la corte al azar", refiriéndose al asentamiento que los hermanos Palomeros establecieron, sin conocer el territorio, para la explotación de las tierras entregadas.
Con el paso lento de la Historia, Cortelazor se fue afianzando, y a "mediados del siglo XVI, el núcleo demográfico de aquella por entonces aldea de Aracena debió de adquirir la suficiente importancia numérica como para decidirse la construcción de una iglesia de un tamaño adecuado" (Plaguezuelo y otros, 1990 ; 135).
"En documentos que datan de 1603 existían ya nombres que tienen en la actualidad, como el Barrio Abajo, de la Mesa, ya en estado de ruinas y deshabitado de la Fuente, en donde es posible que empezara el pueblo a construirse. En este lugar se encontraba una fuente, hoy trasladada a la plaza principal" (González, 1962).
La iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Remedios, que se comienza a construir hacia 1565, es el pequeño corazón de Cortelazor, cuyas épocas de prosperidad o decadencia se van a reflejar en la ampliación o abandono de la misma.
Así, en el siglo XVIII conoce una notable ampliación, porque el área de la iglesia sólo podía acoger a unas 400 personas, de las 512 que tiene el pueblo. Alrededor de 1748 el famoso pintor Tovar realizó un cuadro de La Divina Pastra, que adoge los muros de esta iglesia.
Hasta el siglo XVII, Cortelazor dependió de la administración de Justicia de Aracena ; sin embargo, la distancia a que se encontraba y la inseguridad le llevó a pedir constantemente su independencia. En el año 1630, Felipe IV le hizo la merced de eximirla de la jurisdicción de Aracena, alzándola a la categoría de Villa, por haber ofrecido sus vecinos como compensación el pago de 2.000 ducados.
El crecimiento demográfico a lo largo del siglo XVII debió de ser muy reducido, pues apenas se logra mantener la población. En 1630, Cortelazor reunía 124 vecinos, de los que sólo se contabilizaron a efectos fiscales 112,5, porque existían 21 viudas, un ordenante y 12 pobres ; en 1642, Cortelazor agrupaba a 99 vecinos, descenso que hay que relacionar con la guerra con Portugal y la presión fiscal.
Estos agentes de despoblación se prolongan hasta entrado el siglo XVIII ; así, en 1713, Cortelazor cuenta con sólo 30 vecinos. La recuperación demográfica se inicia a partir de la segunda mitad de la centuria, y así el Catastro de Ensenada de 1752 contabiliza 396 habitantes, es decir, 103 vecinos.
A finales del siglo XVIII, en 1787, alcanza la estimable cifra de 559 personas, que basaban su subsistencia en la explotación de más de mil fanegas de sembradura, otras tantas de encinar y un reducido número de fanegas ocupadas por el castaño, frutales y viña, entre otras. La cabaña ganadera estaba esencialmente compuesta por cabras, cerdos y ovejas.
El siglo XIX conoce la máxima densidad de población del término. En 1857 son 759 personas ; en 1877 llegan hasta 793, y en 1887 tiene Cortelazor 910 habitantes (Mora y Senra, 1992).
Los primeros pasos de Cortelazor en el siglo XX son inseguros, dejando por doquier hijos que no sustenta, en una emigración que sólo se corta a partir de los años noventa. La estructura económica actual se base en un aprovechamiento ganadero, complementada por actividades de subsistencia, y ayudada por las pensiones de jubilados.

CULTURA Y FESTEJOS

El ciclo festivo se inicia con la Pascua, en Semana Santa. Cuando acaban los oficios a media noche del Sábado Santo, se saca la imagen del Resucitado.
El segundo domingo de mayo se celebra la romería de la Virgen de la Coronada, trasladándose el pueblo en carroza o a caballo hasta la ermita, mientras el simpecado es transportado en un carroza tirada por bueyes.
Muy curiosa aunque decaida ultimamente es la fiesta de San Juan, el 24 de junio, momento en el que se planta un gran chopo en la puerta de la iglesia traido a hombros por los mozos.
La fiesta de agosto celebra el día de la Patrona, la Virgen de los Remedios, cuyo hito más destacado es el toro de fuego. Se montan en la plaza los tradicionales bailes y se aprovecha el chopo plantado para juegos de cucaña.
En cuanto a las especialidades gastronómicas, estas giran en torno a las matanzas caseras. Entre los platos típicos destacan las chanfainas, guiso que se preparan en las matanzas con visceras, hortalizas y aderezos de aromáticas. Tambien son tradicionales las migas, gazpacho de invierno, cocido serrano y el potaje de habichuelas. En dulces la miel, el piñonate, retorcidos, tortas de manteca, isabelitas y el potaje de castañas.
Es también significativa la pervivencia de actividades artesanales, y prueba de ello es la reciente apertura de un Museo de Artesanía. En el museo destaca el singular legado de José Navarro Pérez, que trabaja la madera con formas tradicionales.

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