sábado, 29 de diciembre de 2007

GALAROZA

Galaroza llama la atención no sólo por la belleza de la población sino por el entorno en el que se emplaza: el valle del Múrtiga. En un lugar conocido por la abundancia del agua, antiguamente presente por gran parte de la localidad a través de sus numerosas fuentes y acequias, la frondosidad de la vegetación hace del pueblo y sus alrededores un objeto de visita innegable y un punto de partida y llegada de múltiples excursiones.
Rodeado de huertos de frutales (manzanos, membrilleros, nogales...), se conoce a sus hijos como cachoneros, en alusión a sus famosos peros cachones.

HISTORIA

A lo largo de los siglos VIII al XII, estas tierras fueron objetos de sucesivas ocupaciones musulmanas: Walíes de Córdoba, almorábides, nuevamente reinos de taifas y almohades. Conquistada por el reino de Castilla y como otros municipios onubenses de la margen izquierda del Guadiana, Galaroza será durante el siglo VIII alternativamente lusitana y castellana, pasando definitivamente a este último reino en 1267, por el Tratado de Badajoz entre Sancho II de Portugal y Fernando III el Santo.
Galaroza se emancipa de Aracena en el año 1553, gracias a una Carta de exención y jurisdicción otorgada por Felipe II, alcanzando así el título de villa. La localidad será víctima de la ocupación napoleónica entre 1810 y 1812, tendrá un ayuntamiento constitucional durante el Trienio Liberal, y dejará definitivamente de pertenecer al reino de Sevilla por la división de España en provincias en 1833.
La formación histórica del núcleo se produce a partir de la actual iglesia, posiblemente antigua mezquita que originaria un poblado árabe en el siglo VIII. Los primeros barrios de los que se tienen constancia, y que estructurarían el actual trazado, son Los Riscos y el entorno de la iglesia.
La zona oriental de la localidad se generaría a partir del cierre de una mina de plata y la evolución posterior enlazaría los nucleos primigenios, que desarrollan la morfología urbana en un arco alargado entorno al Cerro de Santa Brígida, al que abraza por el Norte, Este y Oeste.

CULTURA Y FESTEJOS

El ciclo festivo de esta localidad es uno de los más interesantes y completos de la Sierra. Una de las tradiciones más peculiares, al ser una diversión surgida y desarrollada en torno al agua, es la fiesta de Los Jarritos, que tiene lugar el día seis de Septiembre. Cualquiera que ose a acercarse a la plaza esa mañana se arriesga a un chapuzón, lo que no deja de tener su divertimento, sobre todo si el que recibe tal bienvenida se encuentra preparado.
La fiesta tiene lugar en torno Fuente de los Doce Caños, y temporalmente hasta el atardecer.
En octubre y noviembre tiene lugar una velada de poesía erótica, en la que diversos autores de diferente procedencia leen sus creaciones a la luz de la lumbre en la Venta de El Castaño.
La fiesta de Todos los Santos, de gran tradición en Galaroza da entrada al mes de noviembre.
Entre Carnaval y Semana Santa, rondan las calles vestidos con ponchos y singulares sombreros los populares Quintos, mozos de reemplazo que cantan al son de las chacarrascas el cancionero popular.
El Domingo de Resurrección los cachoneros se congregan en torno a la ermita de Santa Brígida en el Día del Bollo, fabricado para la ocasión con huevo en su interior, una vez finalizada en los alrededores la procesión de la Santa, protectora de las huertas, para bendecir los campos desde lo alto del cerro. El día siguiente es el Día de la Gira, en que, antes en la Fuente del Agrión y ahora en las orillas del Múrtiga tiene lugar un almuerzo campestre.
A finales de mayo o principios de junio los amantes de la literatura se reúnen en las Jornadas de Escritores de la sierra, uno de los encuentros de este carácter más importante de la provincia.
Las fiestas patronales en honor a la Virgen del Carmen se celebran entre el 15 (misa de medianoche) y el 25 de julio. El 16 tiene lugar la "bajada" de la imagen a la parroquia donde permanece todo el tiempo que dura la novena y las fiestas. El día 25 se saca a la Virgen en procesión por el casco antiguo y por la noche es la "subida" o devolución a su ermita. Las calles son encaladas y engalanadas con colchas, mantones y banderolas.

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